martes, 11 de julio de 2017

NOS GUSTE O NO …… LA RESPONSABILIDAD DE TODO LO QUE NOS OCURRE ES SOLO NUESTRA

EL SER HUMANO ES MUY CURIOSO, SIEMPRE PIENSA QUE CUANDO LLEGAN EXPERIENCIAS DIFÍCILES NO SE LAS MERECE Y QUE LA RESPONSABILIDAD DE QUE LES PASEN ESAS EXPERIENCIAS SIEMPRE ES DE OTROS.

Nunca se pone él como responsable de todo lo que le sucede y mal que nos pese ….. todo lo que nos sucede en la vida tanto lo bueno como lo malo, nosotros somos los responsables con nuestras decisiones.

Y ES FÁCIL DE ENTENDER DE ACUERDO A DOS LEYES ESPIRITUALES:

1.- NADA DE LO QUE ME SUCEDE ESTA FUERA DE MÍ.

2.- SOLO RECOGERÉ LO QUE SIEMBRE.

Lo que ocurre es que nos olvidamos con demasiada facilidad de nuestras siembras, ya lo dice también el refranero castellano… “de aquellos polvos, vienen hoy estos lodos”.

Por eso nunca nos creemos merecedores de las malas experiencias y reclamamos al destino siempre con la misma pregunta, ¿por qué a mí? Y encima para dar mayor profundidad a la reclamación solemos añadir ¿Qué hecho yo para merecer esto?

Nos lo preguntamos muchas veces. Siempre que nos suceden acontecimientos que nos descolocan, nos desbordan o nos sacuden. Nunca cuando lo que pasa en nosotros es agradable o feliz.

Los extremos se tocan. Cuando lo que nos pasa es desagradable gastamos toda nuestra energía en revolvernos contra la situación, en hacernos mal la pregunta, en contestarnos en desacuerdo con esta errónea formulación.

LA CUESTIÓN NO ES ¿POR QUÉ A MÍ? SINO PREGUNTARNOS DONDE, EN QUE MOMENTO SEMBRAMOS LO QUE AHORA NOS TOCA RECOGER.

Hemos aludido muchas veces al correcto método de enfrentar la adversidad. No resistencia. Nunca enredarnos en las situaciones a base de poner muros que las alejen. Dejarlas pasar lo más suavemente posible. Fluir con ellas, de forma sencilla, en silencio, sin lucha que las perpetúe.

Cuando una circunstancia desagradable llega hasta nosotros y nos sacude, la pregunta es ¿Dónde no lo hice bien? ¿Qué me falto o me sobro? ¿Qué me enseña lo que vivo? para reconducir mi forma de actuar y no repetirlo.

Deberíamos ser como el agua. Capaces de adaptarnos al terreno, de encontrar el lugar por donde seguir corriendo, de avanzar siempre, de llenarnos como embalse o vaciarnos como drenaje.

Capaces de saciar la sed, de triunfar siempre al son de la vida, sembrando nuevos proyecto y diseñando ilusiones.

EL “POR QUÉ A MÍ” HAY QUE DESTERRARLO. NO SE TRATA DE CUESTIONAR AL DESTINO. SE TRATA DE SABER CUMPLIR EL NUESTRO Y ESTO PASA POR DARNOS CUENTA DE NUESTROS PUNTOS DÉBILES, y permitírnoslos para superarlos, de reconocer que no somos tan buenos, ni tan malos, de comprender que la vida es un lugar perfecto para encontrarnos con nosotros mismos.

*NADIE ES PERFECTO, NI FALTA QUE HACE.

*NADIE LO TIENE TODO, NI ES CONVENIENTE.

*NADIE LO HACE TODO BIEN, NI IMPORTA LO MÁS MÍNIMO.

La vida es experiencia. Hay que vivirla y equivocarnos y seguir aprendiendo que lo mejor es el proceso porque llegar a la meta es una emoción muy breve por intensa que sea.

NUNCA TE PREGUNTES “POR QUÉ A MÍ”… SIEMPRE DEJA ABIERTA LA PUERTA A LAS INFINITAS POSIBILIDADES QUE SE MANIFIESTAN CUANDO CUESTIONAS LAS EXPERIENCIAS DE LA VIDA Y LAS REGLAS A LAS QUE TU MISMO TE HAS SOMETIDO.

TODO ES MÁS SENCILLO. DÉJATE LLEVAR. APRENDE. VUELVE A INTENTARLO. TODO ESTÁ AHÍ PARA TI. ES TUYO.


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